Como quien viaja a lomos de una yegua sombría, por la ciudad camino, no preguntes a donde. Busco acaso un encuentro que me ilumine el día y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden. Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría. Pero siempre que lo intento ya ha salido el tranvía y en la escalera me siento a silbar mi melodía. Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido, que viene de la noche y va a ninguna parte, así mis pies descienden la cuenca del olvido; fatigados de tanto andar.

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