Hace un tiempo que tome esta costumbre, en vez de perder mí tiempo llorando y gritando al espejo todo lo que le tendría que decir al mundo, escribo. Pienso, relato lo que creo, lo que veo y mas que nada lo que siento. Generalmente son solo sentimientos privados, o escondidos. Cosas que no diría personalmente. Veo muchas cosas pero sobre todo veo idas y venidas del mundo, de la gente. Pensamientos vagos y solitarios. Pienso en ¿Qué hubiera pasado si hubiera hecho otra cosa? Pienso porque decidió que pase así, dejarme. Siento paradas de colectivos en mi corazón, paradas gastadas y dejadas. Hay días que parecen un largo feriado escondido en un placard. Y en cambio hay otros días que parecen esas largas jornadas laborales e interminables. Entre esos pensamientos reflexiono, invento una que otra frase entre palabras que generalmente ni siquiera se su significado. Pero que mas la vida es como un ring de boxeo (va eso creo). Se necesita valor para subir al ring sabiendo que te van a pegar. Pero si los peladores pelean ¿verdad? Hay que subir pelear y jugarse por lo que uno quiere, por lo que quiere obtener. De nada sirve querer pelar pero por miedo a lo que pueda pasar, ocupar el lugar de esa persona que mira desde abajo esa pelea, desde la tribuna. Uno se tiene que jugar. Nunca tiene que dejar que “lo que digan” se apodere de “lo que yo digo”. Cuando dejas que eso pase dejas de ser vos, dejas que te convenzan y con el tiempo te volves una sombra. Pero ¿sabes que? el mundo no es arco iris. y la que mas duro pega es la vida. No importa cuan duro pegues, sino cuan duro te peguen y puedas resistir sin doblegarte, ni quebrarte. De eso se trata. Siempre lo último que envejece es el corazón.

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